Primero fue el Estatut. Aprobado en el Parlament y en Las Cortes, el Tribunal Constitucional le ha pegado más cortes que a la cara de Belén Esteban.
Ahora son los toros. Nuestro Parlament ha decidido por mayoría absoluta que el gran José Tomás no vuelva a torear en una plaza catalana.
¿Se acerca el divorcio entre España y Cataluña? ¿Deberían acudir a un terapeuta de parejas? ¿Es cierto que existe una delgada línea entre el amor total y el odio extremo?
¿Es una separación de hecho? ¿Son meros tiras y aflojas de jóvenes enamorados? ¿Se acabó el amor de tanto usarlo? ¿Fue bonito mientras duró?
Y si la ruptura se consuma: ¿A quién le corresponderá la custodia de los hijos? ¿Quién y cómo pagará el piso? ¿Y los alimentos? ¿Y los platos rotos? ¿Qué pinta Joan Laporta en todo esto?
